septiembre 27, 2016

Me preparo para morir







Hace un poco más de ocho meses me enteré de que estaba embarazada, no se necesitó muchas pruebas, ni muchas confirmaciones, esta vez la intuición y el miedo bastó para hacer un test de embarazo, casi como si fuese una rutina, al ya conocer el resultado.

Asumir que dentro mío surgía una nueva vida me costó más de lo que imaginé, y no fue porque no tuviera apoyo, porque fuese joven o por que no tuviera planes de crianza, engendrar luego de “perder-ganar”, es algo que no sé aún como asumir. 

Fui madre por cortos tres meses el año pasado, no alcancé a sentir pataditas, a ver deditos en las ecografías, ni a comprar ropa, sólo alcancé a sentir un amor que crecía dentro mío de manera irracional a ¨ese conjunto de células¨ que no alcancé a nombrar y mucho menos a despedir, gestar luego de amar incondicionalmente y perder al amado, gestar luego de perder la confianza en mi cuerpo, y gestar luego de decidir que no es el tiempo, es mucho peso para asumir en dos rayitas aparecidas en tres minutos de un test de embarazo.

 Recuerdo que muchas personas tratando en sus buenas intensiones de darme consuelo me decían -eres jóven, tendrás más- como si los hijos fuesen zapatos que podemos reemplazar cuando se rompen, ya se que es normal, que hay estadísticas científicamente avaladas y que no soy la única que ha pasado por este proceso, pero la norma no acalla el sentimiento, hablar desde lo interno, desde lo que soy, desde lo que he tratado de superar y asumir, aún cuesta, sigo despertando con los ojos llenos de lágrimas, sigo tratando de aferrarme a no olvidar, a soltar y dejar fluir. Sigo pensando en aquello que no fue y como sería la vida si todo hubiese seguido su curso, y supongo que es normal, lo supongo nomás, como también supongo que el perder suele ser ganancia cuando aprendemos del dolor, no puedo despreciar todos los momentos que estuve en silencio escuchando mis pensamientos, escuchando a mi esposo, a mis amigos, no desconozco que cuando fue el momento de levantarme (sigo en esto), ya había surgido una mujer un poco mejor a la que murió por primera vez, si! para mi gestar es morir poco a poco, sin embargo, la muerte no tiene por que ser considerada de mala manera, el tabú de la muerte en occidente ha hecho que le temamos y la odiemos, pero para mi es sólo un cambio de estado, una transición a lo que verdaderamente somos. 

El recuperarse tras la muerte es lo que aún me sigue costando, le he dicho mil veces a mi niño que el no viene a ocupar el lugar de nadie, que la mamá siente pena, pero no es por él, que las cosas pasan y que existe un plan que aún no conocemos, pero sigo creyendo que no he sido justa, que debí asumir y amar de una como la primera vez, de una, sin pensar, de encariñarme como si nada pudiese pasar, pero aún no puedo, el recuerdo latente de la muerte no de mi, si no del ser amado, está en cada día, en cada noche, y creo que es por esto, que me aferro a disfrutar cada cosa que siento, no importa cuan mala sea, porque se que dentro mio hay una persona que sólo conoce el sonido de mi corazón. 

Me preparo a morir nuevamente, porque en breves semanas no existirá la mujer que soy, que sufre y se alegra en silencio, que no recuerda como es levantarse sin sentir ganas de vomitar y de acostarse sin sentirse cansada al extremo y adolorida. 

No puedo negar que mi gestación ha estado llena de síntomas, he estado en reposo queriendo no despertar y he estado muy animada sintiendo ser la mujer más afortunada del mundo, he intentado no quejarme, he intentado tomar las cosas con humor, de asumir que casa síntoma me hace más consciente del proceso, pero muchas veces el peso de realidad sobrepasa las buenas intensiones. 

Quiero que cuando Maximiliano decida nacer, esté algo más preparada, que pueda sentir que de verdad lo estoy-estamos esperando, que anhelamos conocer su cara y sus movimientos de piernas que tantos dolores ha causado, me gustaría que se sintiera siempre seguro, que aquella inseguridad que he vivido por nueve meses la pueda transformar en fortaleza. No se como seré madre, no sé si seré una buena o una mala, sólo se que la mujer egoísta y despistada que soy cambiará.

Quiero recordar cada uno de estos meses, con los verdaderos recuerdos, los primeros con mucho miedo, vómitos, descanso y medicamentos, los que siguieron, llenos de regalos y cariños, y los últimos, llenos de ilusión, de cansancio y dolores. 

He hablado con muchas mujeres que ya tienen a sus bebés en sus brazos, todas me cuentan de un inmenso dolor que significó el parto, y seguido a eso un cansancio que se mezcla con soledad, llantos por no saber que es lo que quieren sus hijos y llantos al saber que su “independencia” la cambiaron por un pequeño porotito/a que se comunica llorando. 

No sé cuan preparada esté, ni para parir, ni para criar, sólo se que estos 9 meses el corazón se ha fortalecido, el cuerpo va recuperando la fe, este pequeño hombre que llevo dentro me ha enseñado cosas que ni siquiera las va a saber. 


Sólo se que estoy lista para entregarme nuevamente a la muerte, para enterrar a la mujer que soy, y que se levante cual Lázaro, una madre.

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